En los parques hay preguntas sin respuesta.

Mi trabajo me ofrece la oportunidad de acompañar a menores con discapacidad de forma individual en entornos ordinarios: un parque de juegos, un campamento con niños sin discapacidad,etc

Recuerdo infinidad de momentos en los que las preguntas se oían de fondo... ¿qué le pasa?, ese niño/a es un poco raro, ¿qué hace?...
Los niños están llenos de curiosidad y de inocencia, comentan en voz baja hasta que alguno se atreve a preguntar al responsable del campamento o a mi.
Siempre que he sido yo quien ha ofrecido respuesta he tratado de normalizar la situación y no ocultar a los niños la realidad acompañando el mensaje siempre con una dosis de tolerancia y no discriminación. 


Pero, ¿en los parques?, ¿en los comercios? ¿Que respuesta obtiene esos niños que preguntan a sus padres? 

Siendo sinceros he visto de todo...  desde la respuesta más recurrente "nada, sigue jugando" a la más educativa "no pasa  nada, tiene algunas dificultades para jugar como tu las tienes en mates, unos somos rubios y otros morenos, recuerda que no somos iguales" pero esta respuesta sólo tuve la suerte de escucharla una vez, triste, pero cierto.

Los niños que no obtienen una respuesta educativa siguen jugando, sin incluir al niño con discapacidad y mirándole con desconfianza desde lejos mientras que aquel niño comprendió que tenía que intentar jugar con él del mismo modo que lo intentaba con los demás.

Los niños con discapacidad tienen derecho a jugar con otros niños y los niños sin discapacidad tienen derecho a comprender la diversidad del mundo en el que viven, no podemos contemplar estos derechos como algo trivial.

No debemos agobiarnos si un niño tiene dudas sobre la discapacidad, debemos tratar la pregunta con naturalidad y realismo, los adultos debemos estar preparados y no evitar dichas explicaciones.
Es necesario construir entre todos un mundo inclusivo.

Tomemos consciencia, podemos hacerlo.

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